17 de diciembre de 2014

Aproximación a una Genealogía Guariqueña en el Bajo Apure



LÍNEAS DE APROXIMACIÓN A UNA GENEALOGÍA GUARIQUEÑA  EN EL BAJO APURE A FINALES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX: FAMILIAS ÁLVAREZ, DÍAZ, HERNANDEZ,  HURTADO, MIRABAL, MUJICA, PALACIO, PÉREZ, RODRÍGUEZ, VISO…



PONENCIA ante EL VIII ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES DE VENEZUELA EN CALABOZO, en homenaje a la ORQUESTA INFANTIL Y JUVENIL "ANTONIO ESTÉVEZ" de Calabozo, con motivo de arribar a su XX Aniversario de Fundación (Días sábado 20 y domingo 21 de septiembre 2014).




“Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte; pueden producir brillantez individualidades aisladas, rasgos de pasión, de ingenio y hasta de genio y serán como relámpagos que acrecenta mas y  más la lobreguez  de la noche”

(M. Menéndez y Pelayo).

       
 Trazar líneas genealógicas en un pueblo como el llanero apureño es tarea bastante complicada, debido a múltiples razones: inexistencia o desorganización de archivos que conserven el acervo documental regional, poca costumbre de registrar civil y eclesiásticamente las uniones matrimoniales, ignorancia o desmemoria en los integrantes de las familias habitantes de la región, carencia de bibliografía que trate el tema y otras tantas fallas. Además, hay que tener en cuenta que en el caso de las pocas familias de origen esclavo aparecen registradas con el apellido de sus dueños;  y, en el caso de la población indígena, al cristianizarse perdían sus nombres originales, adoptando en muchas ocasiones los nombres y apellidos de sus padrinos de origen europeo (casos muy frecuentes en Apure por su alto índice de población autóctona). La única ciudad apureña que puede esgrimir un Acta de Fundación, de acuerdo con los cánones hispanos, es San Fernando de Apure; las demás eran antiguas comunidades indígenas organizadas a la manera europea por los misioneros evangelizadores. 

       
 De allí que este ensayo, producto de la investigación que realiza el autor, desde hace varios años, sobre el devenir socio-histórico de la población de  El Yagual,  en el Bajo Apure, a orillas del río Arauca y escenario de una de las más famosas proezas del general José Antonio Páez contra las tropas realistas durante la Guerra de Independencia Nacional, puede contener, y doy por descontado que es así, una serie de vacíos y errores (la línea genealógica sólo se ha establecido con relación a la población criolla de origen europeo, porque era  la que quedaba inscrita en los libros llevados por la Iglesia Católica o el Registro Civil). De aquí la idea es enriquecer su contenido con los aportes que reciba de quienes  lean el ensayo y conozcan mejor sobre este tema genealógico.

      
 Nuestra exploración, en el campo demográfico, nos ha conducido a observar que Venezuela y los Llanos fueron ocupados originalmente por grupos étnicos de diferentes procedencias, que en nuestro caso  se manifiesta en pueblos achaguas (arawacos), caribes, otomacos, yaruros (pumé),  entre otros tantos que tomaron el territorio llanero apureño como escenario de sus correrías. Podría decirse que ese deambular comenzó  su declive en Apure hacia mediados del siglo XVIII, cuando comienza la invasión europea de manera sistemática, que  organiza las comunidades indígenas bajo los patrones urbanos hispanos.

        
Cuando a la Aristocracia Territorial Caraqueña de la época colonial, con fuerte asiento en Calabozo, le fue quedando estrecha la inmensidad llanera de la región centro-norte de Venezuela, tendieron su vista hacia el sur, más allá, hacia “la otra banda del Apure”, que consideraron tierras “inexploradas” por los europeos, pues los límites de la Provincia de Caracas, por el sur, llegaban hasta la margen izquierda del Apure, donde hoy se asienta Puerto Miranda, Municipio Camaguán, Estado Guárico; sin tomar en cuenta que estos espacios correspondían a otra entidad político – territorial (Provincia de Maracaibo, primero, y luego Provincia de Barinas, de 1786 en adelante) comenzaron su invasión a las tierras comprendidas entre el Apure y el Meta: “…antes del año de mil setecientos cincuenta y ocho emprendieron a su propia costa y con riesgo evidente de sus vidas y haciendo la pacificación y descubrimiento de las tierras del otro lado del Apure, así a la parte del Orinoco los que no se había pisado hasta entonces por español alguno”. AGI. Caracas, 399: 34v – 35 (Botello, 1998: 14).

      
 Pero antes de la llegada de los misioneros capuchinos andaluces, los pobladores de estas tierras eran catequizados por misioneros jesuitas, venidos del Virreinato de Santa Fe, que establecieron hatos y pueblos de misión a orillas de los ríos Orinoco, Capanaparo, Sinaruco y Meta, presentes hasta el momento de su expulsión de todo el Imperio Español por Carlos III,  en 1767. Aquí se observa fácilmente la falaz argumentación de los voraces “terracogientes” coloniales, entre quienes destacan Mier y Terán, Domínguez, Blanco y Ponte, Camacho, Gamarra, Hurtado, Marrero, Mirabal, Rodríguez, quienes se valen de sus influencias políticas, religiosas y socioeconómicas para darle cierto aspecto de legalidad a la usurpación que realizan en el Apure de entonces. Cuando se crea la Provincia de Barinas (por Real Cédula del 15/02/1786), que abarcaba   también el territorio apureño, se inician los conflictos.                                                                                                                                                                                              

Es deducible que el primer comandante militar y gobernador de la nueva entidad provincial, don Fernando Miyares González, funda la villa de San Fernando de Apure (Acta del 28/02/1788), con el propósito de contener los desafueros de los terratenientes caraqueños, además de controlar el comercio fluvial ilegal que  realizaban ingleses, franceses y holandeses hacia Guayana y las Antillas. Sin embargo, los Mier y Terán y Domínguez pretendieron en varias oportunidades desalojar a los sanfernandinos de sus tierras, asentados legalmente y poseían, incluso, una cédula real que le daba la categoría de villa a la comunidad recién establecida.

       
 Como es de observar, entre los primeros que incursionan en las tierras de “la Otra Banda del Apure” están prominentes figuras de la élite caraqueña, que  instalaron sus bases inicialmente en San Sebastián de los Reyes, para luego incursionar hacia San Carlos de Austria, Guanare y Calabozo, donde sentaron sus reales. Para ir más allá de sus límites tradicionales y legales, idearon establecer una punta de playa en las cercanías del Apure y fundaron la Villa de San Jaime, en jurisdicción barinesa, por lo que tuvieron que afrontar varios conflictos con el cabildo de Barinas. “En su mayoría procedentes de Calabozo, un considerable número de estos criadores eran a su vez amos de hato en otros partidos de los Llanos” (Rodríguez Mirabal, 1995: 18); pues, como dice nuestra recordada amiga y compañera de vicisitudes Irma Mendoza (2008): “Los Blanco Criollos monopolizan la propiedad de la tierra mediante la ocupación o transacciones de compra – venta”.

     
Los pleitos con estos terratenientes coloniales terminaron en 1811, cuando se declaró la Independencia Nacional y Apure, junto con toda la Provincia de Barinas, se pronunció en su apoyo y estos personajes perdieron influencia y poder. Pero la guerra se prolongó por aproximadamente veinte años, quedando toda la administración pública dislocada y hubo necesidad de comenzar su reorganización. A partir de 1830, con Páez a la cabeza, surge un poderoso grupo terrateniente, que ha sido denominado por los estudiosos de distintas maneras pero que he calificado como “Aristocracia de la Lanza”, debido a que sus integrantes, en su mayoría, procedían de los “prohombres” de la revolución independentista, que ahora aparecen aliados con algunos antiguos terratenientes coloniales que regresaron al país una vez finalizada la contienda armada y conforman la llamada por Gil Fortoul como “Oligarquía Conservadora” (entendiéndose que era una élite que propugnaba por la conservación de los privilegios coloniales, aun cuando muchos de sus representantes no podrían esgrimir un “Expediente de Limpieza de Sangre” como el que exigían en la época colonial para optar a títulos nobiliarios).




 El descalabro demográfico es inmenso, pues Venezuela vio  perecer en la guerra la mitad de su población, por lo que abre tímidamente sus puertas a la inmigración europea: una muestra de esta política es el establecimiento, hacia 1840, de la Colonia Tovar, con alemanes de la Selva Negra. Pero una de las corrientes migratorias más importantes y numerosa fue de los habitantes de las Islas Canarias. De allí vinieron, entre otros tantos, integrantes de las familias Hernández y Rodríguez, asentadas en el Bajo Apure, por ejemplo. “El carácter hispánico de la conquista y colonización se prolonga mucho más allá del período colonial y de la guerra de emancipación; desde el año 1831 la legislación y políticas migratorias buscan estimular la captación e ingreso al país de población originaria de las Islas Canarias y, aunque no aparece explícitamente formulado en las leyes, la declaración oficial nunca llegó a desestimar la inmigración procedente de la península ibérica. A lo largo del siglo XIX es presente el ingreso de españoles y a partir de 1940 esta inmigración adquiere apreciables valores cuantitativos que la colocan como la segunda colonia en importancia luego de los italianos” ( Chi Yi Chen, citado por Ricardo Torrealba, 1988: 6 y 7).

    

       
 Para el presente ensayo partimos de dos entrevistas, realizadas en tiempos diferentes (Luis Alberto Álvarez Echeverría y Alonso Hernández Rodríguez, ambos nativos de El Yagual, Apure). Es de advertir que no están muy claros  los nexos consanguíneos que puedan existir entre los diferentes grupos familiares que llevan los apellidos a que haremos referencia seguidamente.

      
 FAMILIA ALVAREZ

       Según datos aportados por Don Luis Alberto Álvarez Echeverría, entrevistado el día 20/08/1995,  se obtuvo la siguiente información: Don Luis nació en el Hato “Antonio María” (hoy Hato “Corocito”), ribereño del Arauca, al oeste de El Yagual, Municipio Achaguas, Estado Apure,  el día 03 de Agosto de 1916. Sus padres fueron: Don Félix Álvarez Trujillo, natural de Valle de la Pascua, Estado Guárico (1884) y fallecido en Maracay, Estado Aragua (1957) y Doña Amparo del Carmen María del Socorro Echeverría Viso (“Doña Socorro”), hija de Don Manuel Vicente Echeverría Hernández y Doña María del Socorro Viso Hurtado, nativa de Calabozo (fallecida en El Yagual, hacia 1906).

       Doña Socorro Echeverría de Álvarez nació en El Yagual, Apure, hacia 1894 y falleció en Maracay, Aragua, hacia 1982. Del matrimonio Álvarez Echeverría nacieron dieciocho (18) hijos: quince (15) varones y tres (3) mujeres.

       La familia Hurtado calaboceña procedía de Don José Félix Hurtado de Mendoza, venido de España y residenciado en Calabozo.

       Los hermanos Echeverría Hernández eran seis (6): cinco varones y una mujer; emparentados con Luis Felipe Hernández, quien luchó contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, al lado del Dr. Roberto Vargas, tío suyo. El padre de los Echeverría Hernández era de origen vasco, pero ellos nacieron en Caracas:

1-       Manuel Vicente, casado con doña María del Socorro Viso Hurtado, de Calabozo, padres de Doña Socorro Echeverría Viso, la madre de Don Luis Alberto Álvarez Echeverría. Don Manuel Vicente falleció en Guachara, hacia 1924.

2-       Joaquín Vicente, quien se estableció en Ciudad Bolívar, donde fundó familia.

3-       Miguel Vicente, casó con doña Soledad Rodríguez, de Calabozo. Falleció en San Fernando de Apure.

4-       Carlos Vicente, residenciado en San Juan de Payara, donde tuvo varios hijos, pero nunca contrajo matrimonio. Allí falleció.

5-       María de Jesús (“Chucha”), nunca tuvo una residencia fija y es probable que haya muerto en Ciudad Bolívar o en Caracas. Soltera.

6-       Pedro Vicente, se estableció en Ciudad Bolívar, donde fundó familia.

       En El Yagual vivió Miguel Angel Echeverría (“El Mudo”), hijo de Manuel Vicente, casado con Doña Brígida Fajardo, con quien procreó varios hijos: Arturo, Irene, María y Ángel. Falleció en Maracay, donde residen sus hijos. Armando Echeverría, primo hermano de Doña Socorro Echeverría de Álvarez, casó con  Mercedes Estrada Torres, hermana del poeta José Natalio e hijos ambos de Don Natalio Estada Utrera, cuya madre, Doña Rosa Utrera de Estrada, era tía carnal de Don Rafael (casado con Carmen Plessman, nacida en Ciudad Bolívar y de ascendencia alemana) y Don Julio Ramón Utrera Arévalo (abuelo materno del autor de este ensayo), ambos de San Sebastián de los Reyes, residenciados inicialmente en Guachara y luego en El Yagual; Doña Rosa era tía abuela del gran poeta aragüeño Miguel Ramón Utrera.

       El día 15 de Julio de 1916 (según Acta Matrimonial N° 22), el poeta Teófilo Trujillo, natural de Barquisimeto y de 23 años de edad,  desposa, en San Fernando de Apure, a la señorita Lolita Echeverría, natural de San Fernando de Apure y de 16 años de edad.



       La esposa de Don Luis Alberto Álvarez Echeverría es (para el momento de la entrevista) Doña María Auxiliadora Garrido, natural de Arichuna, Apure, hija de Don Juan Clemente Garrido (¿Stürup?). Habían contraído matrimonio (segundas nupcias para ella) hacia 1963, procreando dos hijos: Paula Emilia (30 años de edad) y Luis Alberto (29 años de edad).

       Los Álvarez Echeverría, a raíz de una tragedia familiar, se trasladaron de El Yagual a Biruaca, un pequeño caserío cercano a San Fernando, donde llegaron el día 05 de Diciembre de 1934. Por ello, Don Luis es considerado como uno de los fundadores de la actual ciudad de Biruaca.



FAMILIA RODRÍGUEZ



       El primer personaje con este apellido que localizamos fue a Don Juan Antonio Rodríguez, quien actuó inicialmente como Teniente Justicia Mayor en la Villa de San Jaime (Barinas), lo que lleva a pensar que pudo ser nativo de Caracas o Calabozo (los propiciadores de la fundación de esa villa llanera) y luego figura como Capitán Poblador de San Fernando de Apure, por nombramiento que le dio Don Fernando Miyares cuando fundó la Villa de San Fernando; posteriormente aparece como Teniente Justicia Mayor de esta nueva comunidad. Al hacerse la distribución de solares y tierras a los avecindados en la villa recién establecida, él es beneficiado con casa en la ciudad y un hato ganadero donde pastan más de 1.500 reses. Un hijo suyo, Pedro Rodríguez Domínguez, nacido en San Fernando, casó con Doña María Josefa Guerrero Hurtado de Mendoza, con quienes, según el Cronista Botello (2004: 7), se inicia el linaje Rodríguez en Villa de Cura. Habría que investigar la relación filial que pudiese existir con Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Presidente del Congreso Nacional que decretó la Independencia de Venezuela el día 5 de Julio de 1811; él era nativo de Nutrias (11/10/1774), hijo de Don Gregorio Urbano Rodríguez y Doña María Domínguez, según información de Don Virgilio Tosta, en el Diccionario de Historia de Venezuela (1988: III, 453 y 454).

       Nuestra relación genealógica sobre la familia Rodríguez es muy elemental en los  casos que tocamos. Iniciamos con  las dos entrevistas a Don Alonso Hernández Rodríguez (09 y 23 de Julio de 2014), de donde  obtuvimos la  información que ofrecemos seguidamente.

1-       Don Alonso nació en El Yagual, el 26 de Enero de 1940. Sus padres fueron: Don Jesús María Hernández Sarmiento (“Don Chucho”), nacido en “Hato Viejo” (posible asiento del antiguo Hato “Chaparralito Palaciero”), cerca de Guachara, Apure, y Doña Facunda Rodríguez (¿Sierra?), nacida en la hacienda de cacao “La Rodriguera”, en Carmen de Cura, Estado Aragua, hacia 1916.

2-       Don Luis Rodríguez casó, en Ortiz, en el último cuarto del siglo XIX, con Doña Ricarda Sierra, procreando cinco hijos varones y dos mujeres.

3-       Luis Rodríguez, probable hijo del matrimonio Rodríguez – Sierra, un joven “catire”, ojos azules, mata un jefe del gobierno (época de Guzmán Blanco), por haber violado a una hermana suya. Temiendo ser apresado por la justicia huye hacia el Apure (nos trae a la memoria lo sucedido con José Antonio Páez y con Pedro Pérez Delgado). Llega al Hato “Quiribijul”, cercano a Guachara, en medio de soledades y medanales, propiedad del señor Juan de Dios Hurtado, calaboceño, solicitando trabajo. Allí es contratado como becerrero. Dormía en un caney y no le permitían el acceso a la casa principal del hato. Una cocinera le llevaba la comida al corral.

       En una oportunidad pudo ver una hija del hatero y le gustó su estampa. Pensó en la manera de contactarla y se le ocurrió plantearle el caso a la persona que le llevase la comida. Al presentarse la oportunidad, Luis le pidió a la cocinera le preguntase a la joven si aceptaba que él le enviase una carta. La joven, que también lo había observado, le informó al padre sobre lo que le pedía el becerrero. Don Juan de Dios le dijo que le aceptase la carta, para conocer sus intenciones. Desde ese momento el becerrero fue sometido a una estrecha vigilancia.

       La cocinera le informó al mancebo sobre la aceptación de la muchacha y Luis le escribe, en el tono más respetuoso posible, que desea hablar con su padre para que le permita cortejarla. Cuando la joven recibe la misiva se la entrega al padre para que la lea. Este se sorprende de la caligrafía inglesa y redacción de la carta, por lo que le pide a la hija le escriba que su padre quiere una entrevista con él, para conocerlo mejor,  y lo espera el siguiente domingo en la casa del hato.

       En el transcurso de la semana, Luis aprovechó para mejorar su aspecto físico y el día de la entrevista se presentó bien afeitado, vestido de liqui - liqui y una botas de cuero, que tenía guardadas, con el propósito de causar la mejor impresión en sus anfitriones.

       Don Juan de Dios lo recibió muy amable y en cordial conversación le preguntó sobre su procedencia y los motivos de su presencia por tan apartados lares. Luis le cuenta quienes eran sus familiares, los percances que había tenido en su tierra, Ortiz, y que no se le había presentado por temor a ser entregado a las autoridades. El hatero le recrimina no haberse presentado como era debido, para darle una ocupación más acorde con sus conocimientos. Desde ese momento le dio la responsabilidad de ser su contador y responsable de sus numerosas diligencias administrativas. Así fueron transcurriendo las semanas, los meses y al cabo de unos dos años,  se concertó el matrimonio de Luis Rodríguez, de Ortiz, con Leonor Hurtado Solórzano, hija de Don Juan de Dios Hurtado y Doña  Ana Tomasa Solórzano de Hurtado, ambos calaboceños.

       El matrimonio Hurtado – Solórzano tuvo varios hijos, aparte de Leonor: Eva, casada con Rafael Gustavo Lleras Codazzi (antes éste había estado casado con Eduvigis Castro Rodríguez, de San Fernando de Apure, según Acta de Matrimonio N° 7, del 19/03/1916); Hilda; Elba; Teodosia, casada con Don Emilio Rodríguez Saintón; Eloisa, casada con un señor de apellido Palacio; Juan y Gregorio. Don Juan de Dios Hurtado falleció en 1931.

       En Guachara también vivieron unos hermanos Hurtado, probablemente hijos de Don Gregorio,  dueños del Hato “Buenos Aires”: Francisco, “Pancho”, José Ángel, José Ramón y Jesús, “Chucho” (fallecido en 1976).

       Don Luis Rodríguez y Doña Leonor Hurtado de Rodríguez procrearon varios hijos: Luis Tomás, María Luisa (casada con Gregorio Díaz González, cuyos padres eran de Ortiz: el general Policarpo Díaz y Doña Jacinta González; pero él había nacido en Orucué, Llanos de Colombia), Petra Margarita (casada con Donato Véliz) y Leonor Lucía (casada con Luis Emilio Aguilera, nativo de Guachara).

       Don Luis Rodríguez, con ayuda de su suegro, fue adquiriendo prestigio y fortuna, lo que le permitió adquirir varias propiedades, entre ellas una porción del Hato “Guasduita” (propiedad del general Teodoro Sánchez Ríos, nativo de El Baúl, en Cojedes), que luego él agregó al lote de terreno que Don Juan de Dios había comprado al mismo general Sánchez Ríos,  donándoselo a su hija Leonor,  y que, en conjunto, Don Luis bautizó con el nombre de Hato “La Yagua”, ubicado entre El Yagual y Guachara.

       Esa bonanza le permitió traer a sus hermanos y una sobrina, quienes se residenciaron en Guachara y El Yagual. Tres hermanos murieron en Guachara, como consecuencia de una fuerte epidemia que azotó la región hacia 1918 (posiblemente la llamada “Gripe Española”). Doña Facunda Rodríguez, la sobrina, que había llegado de corta edad, con su padre y cuatro tíos, a Guachara, quedó huérfana, al cuidado de una señora  llamada Clorinda, avecindada en el caserío “Las Matas”, en jurisdicción de El Yagual, pero ésta no le prestaba mucha atención, por lo que Don José Francisco (“Panchito”) Mirabal Mayol (casado con Doña Carmen Marchena Padrón), habló con su hermano Don Felipe Mirabal Mayol, quien estaba casado con Doña Laura Fernández Stürup y había cuidado  antes a Doña Mercedes Sarmiento, pariente de la niña Facunda. Los hermanos Mirabal Mayol eran hijos de Don Francisco Mirabal Bermúdez.

       Allí, en El Yagual (habitando en la famosa “Casa de Alto”) permaneció Facunda hasta edad adulta, cuando contrajo matrimonio en 1939 con Don Jesús María Hernández Sarmiento, hijo de Don Genaro Hernández, yagualero,  y Doña Mercedes Sarmiento, natural de Ortiz. De este matrimonio nació Alonso (nuestro informante) y Nelson Hernández Rodríguez.  Doña Facunda, falleció en Maracay, donde vive su hijo Nelson, el día 16 de Enero de 1999. Un hermano suyo, a quien apodaban “El Pelón Rodríguez”, salió herido en la sangrienta batalla que se produjo el 20 de Mayo de 1922, en San Fernando, cuando fuerzas antigomecistas trataron de tomar la ciudad. Consecuencia de estos hechos, fue capturado el general Pedro Pérez Delgado y enviado al Castillo Libertador, en Puerto cabello, donde falleció.

       Doña Mercedes Sarmiento, sobrina de Don Luis Rodríguez, venida a Apure a comienzos del siglo XX, era también pariente cercana del Dr. Roberto Vargas. Ella estuvo residenciada en El Yagual, al cuidado de Don Felipe Mirabal Mayol, y realizaba trabajos de manualidades que los llaneros utilizaban para enjaezar sus caballos (“pellones” para sillas vaqueras y “chocontanas”). En esos menesteres conoció a Don Genaro Hernández, dueño del Hato “Mariquitero”, al oeste de El Yagual.

       Al poco tiempo contrajeron matrimonio, procreando varios hijos: María (casada con un señor de apellido Azuaje), Carmen (casada con Tulio Chacón Vásquez, hijo del Dr. y Gral Diego Eugenio Chacón Arévalo), Alberto (cursó estudios en la Isla de Trinidad, procreó a José Esteban Vera y fallecido en Maracay, a edad octogenaria, el día 1° de Enero de 1989), Jesús María (casado con Doña Facunda Rodríguez, padre y madre, respectivamente, de nuestro informante), Isabel (quien procreó un hijo llamado Homero Chacón, cuyo padre era hermano de Don Tulio) y Sara (casada con el italiano Tobías Fiumara, no tuvieron hijos).

       Doña Mercedes, al quedar viuda, se ve obligada a hipotecar  el Hato “Mariquitero”, y con el propósito de entregar la parte que le correspondía a cada heredero, vende la finca. El Dr. José Manuel Sánchez Osto, copropietario del Hato “Chaparralito”, les aconsejó no vender, pero esta es rematada en subasta pública y es adquirida por “Musiú” Tobías, quien luego la vende a Don José Garbi Sánchez, quedando reducida la propiedad a Alberto, Manuel y Don Chucho, quienes organizaron el fundo agropecuario “Los Médanos”, a orillas del caño “El Garzón” o “El Rodeo”, al sur de El Yagual. Gregorio Díaz González, que era pariente de  Doña Mercedes, quiso quedarse con el Hato, mediante una treta que no le funcionó, por la intervención del Dr. Roberto Vargas, quien lo amenazó con intervenir en el negocio si se empeñaba en despojar a la viuda. Doña Mercedes se desempeñó durante varios años como docente de una Escuela para Niñas en El Yagual, hasta su fallecimiento.

       Ya advertimos al inicio de esta ponencia que ésta debía tomarse como simples apuntes para esbozar unas líneas genealógicas apureñas, con errores y omisiones, partiendo de algunas familias que se trasladaron desde el Guárico y se asentaron en el Bajo Apure, durante los últimos tercios del siglo XIX y parte del siglo XX. Es posible que otras personas interesadas en el tema puedan completarlo. A continuación elaboramos una relación de fuentes que puede ser consultada y ampliada con tal cometido.



 ARQUEO DE FUENTES.

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2-      DOCUMENTALES

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APURE. Oficina del Registro Principal del Estado Apure. Juzgado de Primera Instancia. Expediente N° 86, de fecha 15/01/1987.

BOTELLO, Oldman (2014). “Genealogía Mirabal”‏.  Mensaje de texto a Argenis Méndez Echenique (armendezeche@hotmail.com), el día 18/04/2014.

DIAZ GONZÁLEZ, Casimira (1926). Acta de Defunción de la señorita Casimira Díaz González, fallecida en el hato “La Yagua”, jurisdicción del Municipio El Yagual, Estado Apure, el día 25/12/1925. Oficina del Registro Principal del Estado Apure. San Fernando. Guachara. Libro de Defunciones. Año 1926. Acta N° 1.

DIAZ GONZÁLEZ, Gregorio (1956). Cartilla de Partición del Acervo Hereditario de Gregorio Díaz González.  Oficina Subalterna de Registro del Distrito Achaguas,  Documento N° 6, folios 16 al 18, fechado el 20/10/1956. Protocolo Primero. Cuarto Trimestre del Año 1956.

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GARBI SÁNCHEZ, José (1977). Alzamientos, cárceles y experiencias. (Historia Contemporánea).  Caracas.

HERNÁNDEZ, Genaro (1916). Escritura de Donación del Sr. Genaro Hernández, que hizo de un octavo de legua de terreno que forma parte de los egidos (sic) del Municipio El Yagual. Noviembre 1916. San Fernando de Apure, Oficina del Registro Principal del Estado Apure. Documento N° 6. Legajo suelto.

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MENDEZ ECHENIQUE, Argenis (1996…)

MENDOZA, Irma – Rangel, Egilda P. (2008). “El Mantuanaje Carauqeño en los Llanos del Guárico Colonial. Aproximación a su estudio. Ponencia ante el XII Encuentro de Cronistas e Historiadores del Estado Guárico (Calabozo, 11 – 12 de Abril de 2008).

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RODRÍGUEZ E., Delfín, RODRÍGUEZ E., Felipe et al. (1916). Carta dirigida al Gral. Juan Vicente Gómez, fechada en Apurito, Estado Apure, el día15 de julio de 1916, felicitándolo por el pago de las deudas exteriores establecidas según Protocolo de Washington. Copia del manuscrito existente en el Archivo Histórico de Miraflores.

RODRÍGUEZ, Cástor Cosme. Libro de Defunciones de San Fernando de Apure correspondiente al Año 1905. Acta de Defunción N° 110. Oficina del Registro Principal del Estado Apure.

RODRÍGUEZ MIRABAL, Fernando (2007).Los Linajes Rodríguez y Viso de Calabozo y sus Vínculos con Ortiz.  Ponencia presentada en el II Encuentro de Historiadores y Cronistas de Venezuela en Calabozo (Febrero 3 y 4 de 2007).RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Adolfo (2013). “Enrique Guillermo Garrido Stürup, Llanero del Guárico: casi un siglo de historia”. Ensayo publicado en HISTORIOGRAFÍAS, por Jeroh Montilla y Eduardo López Sandoval (“Llanero Digital”), el 23 de Marzo de 2013.

RUIZ, Ubaldo (2012). “El Calaboceño Daniel Mendoza”. Ponencia en el VI Encuentro de Cronistas e Historiadores de Venezuela en Calabozo.

SILVA AGUDELO, José Antonio (20014). “Paloseco…” Calabozo, Estado Guárico.

VARGAS, Roberto (1915).  Carta del Dr. Roberto Vargas al señor Ángel Gabriel Viso, fechada en Puerto España (Isla de Trinidad), el día 24/01/1915. BOLETÍN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES. Año 1969. N° 6; pp. 185, 186, 187.


3-      ORALES

AGUIRRE CONTRERAS, Enrique. 80 años de edad. Entrevistado en San Fernando de Apure, el día 12 de Septiembre de 2014. Nacido en la comunidad de “El Rosario”, entre Achaguas y El Yagual, Apure.

ALVAREZ ECHEVERRÍA, Luis Alberto. 79 años de edad. Entrevistado en Biruaca, el día domingo 20 de Agosto de 1995. Falleció hacia el 2005. Nacido en El Yagual, Apure.

BRIZUELA RODRÍGUEZ, Clemencia. 77 años de edad. Entrevistada en San Fernando de Apure, el día 07/03/1993. Falleció en el Asilo de Ancianos de Biruaca, hacia 1998. Nacida en San Fernando de Apure.

HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Alonso.  74 años de edad. Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Apure, 1993 – 1994, y Gobernador Encargado del Estado Apure, 1998 – 1999. Entrevistado en San Fernando de Apure, los días 09 y 23 de Julio de 2014.   Nacido en El Yagual, Apure.

RODRÍGUEZ CAMEJO, César Alfonso. 63 años de edad. Entrevistado el día martes 16 de Septiembre de 2014, en San Fernando de Apure. Nacido en San Fernando de Apure.  

                                                                                                                                                                                                                                           

ARGENIS MÉNDEZ ECHENIQUE,
Cronista de San Fernando de Apure e integrante del CEHISLLAVE
 Biruaca, Septiembre 19 de 2014.

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